La idea que se nos trasmite de las Navidades es la de de paz, amor, solidaridad, regalos, buenos propósitos, dulces y, por supuesto, pasar tiempo en familia. Es el momento del año que dedicado a reencontrarse, disfrutar de los tuyos y desearse lo mejor para el próximo año. La frase “vuelve a casa por Navidad” lo resume bien.
Hasta aquí todo aparenta perfecto, pero ¿por qué es tan común que aparezca ese sabor agridulce al pensar en estas fechas? ¿Cuál es la otra cara de la moneda?
Las Navidades también suelen implicar toma de decisiones sobre con quién pasamos estos días, sobrecarga de responsabilidades, compromisos, conversaciones incómodas, ver a “esa persona que no se comporta”, que afloren problemas familiares, más gastos, tensión por “acertar con el regalo”…. En resumen, pueden surgir dificultades familiares que no siempre sabemos manejar.
Para aquellos que intuyen la posibilidad de vivir estas dificultades, os vamos a indicar algunas ideas que os ayuden a superarlas. La mayoría están relacionadas con la familia, pero no descuidemos las que lo están con nosotros mismos, puesto que, el no cuidarnos, influirá en nuestra relación con los demás.
- Busca una realidad menos idealizada
Solemos marcarnos unas expectativas muy altas cuyo cumplimiento es difícil. Hagámoslas más realistas: ni todo puede salir perfecto, ni se puede llegar a todo. Los ideales navideños van a facilitar que nos frustremos porque ¡es prácticamente imposible alcanzarlos! Mejor plantear estos días como unos más del año en los que tenemos la oportunidad de hacer cosas diferentes. La perfección, por definición, no existe, y médicamente se sabe que los perfeccionistas sufren estrés, frustración, y ataques de ira. No pongas el listón muy alto y aprende a aceptar, e incluso a ver el lado divertido de la imperfección.
- Elige tu propia idea de Navidad
Dedica un tiempo a mirar dentro de ti y piensa a qué te gustaría dedicar estos días. Puede que este año prefieras irte fuera, pasar más tiempo solo… Permítete crear tu propia idea de Navidad. Quizás sea el momento de plantearte si quieres seguir haciendo todo eso que “haces por compromiso”.
- No adelantes lo que va a pasar.
Trata de no adelantar situaciones desagradables del tipo: “seguro que, si viene esta persona, se discute”, “se van a quejar de algo”… ¿Has oído hablar de la profecía autocumplida? Al anticipar esto, estamos predispuestos para que ocurra y, por nuestra actitud y comportamiento, facilitamos que suceda.
- Cómo distribuir el tiempo.
Planifica en qué momento vas a realizar aquello en lo que has decidido involucrarte (regalos, cenas, visitas…), pero no te olvides de ti. Establece también tiempo dedicado a descansar y a realizar actividades que te gusten. No hacerlo va a favorecer que tengas esa sensación de que las Navidades acaban siendo solo compromisos y responsabilidades.
- No te sobrecargues.
Acepta únicamente aquello que puedes y quieres asumir. Recuerda que delegar en otros también es una opción.
- Maneja las diferencias.
Aparecen especialmente con la pareja, sobre dónde pasar cada fecha, a quién visitar, etc. Es momento de sentarse a negociar e ir con el planteamiento de que habrá cosas que saldrán como nosotros queremos y otras no. Se trata de un juego en el que se puede pedir, pero también hay que saber ceder.
- Elige temas de conversación agradecidos
Sabemos que ciertos temas pueden ser delicados y terminar en conflicto, así que tratemos de desviar la conversación hacia otros ámbitos más agradables (viajes, planes, recuerdos alegres…).
- Busca el momento.
A veces, cuando algo nos molesta, es complicado no responder de forma impulsiva, máxime si hemos bebido alguna copa de más, pero ¿esto nos lleva a algún sitio? Normalmente, no solucionamos nada y solo conseguimos que comience una discusión de la que se hará una bola más grande. No se trata de no poder replicar o hacer una crítica, ni mucho menos, pero piensa si este es el mejor momento. Puede que sea más útil respirar profundamente y posponer la discusión para otro momento en el que estemos más tranquilos, solos con esa persona y hayamos podido pensar cómo decirlo.
- No existe la familia perfecta.
Es normal que haya cosas que no te gustan de tu familia, pero, si decidimos que estén en nuestras vidas, será más fácil tratar de aceptarlos como son y no poner sólo el foco en aquello que nos irrita. Puede ayudarte pensar en una característica que admires de esa persona (sonrisa, sentido del humor, paciencia, creatividad, elegancia, rebeldía, principios…).