Encontrar tu rutina de limpieza y tratamiento perfecta no es sencillo si es tu primera vez cuidando tu rostro, y es que esta dependerá del tipo de piel y sus características. Por ello, el primer paso de cualquier dermatólogo es estudiar tu dermis y aconsejarte los mejores productos según sus necesidades.
¿Te gustaría conocer, en unos sencillos pasos, qué tipo de piel tienes? Atenta, porque te contamos los conceptos clave de cada una de ellas.
4 tipos de piel y sus características
En el terreno más profesional, existen diferentes clasificaciones teóricas para definir cada tipo de piel y sus características. No obstante, de forma genérica podemos encontrar 4 tipos básicos: normal, grasa, seca y mixta.
Piel normal
Lo que conocemos como piel “normal” es lo que los dermatólogos definen como aquella que mantiene un equilibrio sano entre una dermis grasa y una seca. También es conocida como “eudérmica”. Sus principales indicadores son:
- Textura suave y elasticidad.
- Color uniforme y rosado.
- Ausencia de daños o impurezas, como granos o puntos negros.
- Los poros son pequeños y poco visibles, creando una sensación de piel limpia.
Piel grasa
La piel grasa es aquella que presenta un exceso de producción de sebo a través de las glándulas sebáceas, lo que le confiere un aspecto húmedo y brillante. Esta está relacionada, en la mayoría de los casos, con causas hormonales, por lo que es más común en la adolescencia o la etapa joven. Puedes identificarla por:
- Textura húmeda y brillante.
- Color pálido debido a que los vasos sanguíneos quedan ocultos.
- Los poros son grandes, abiertos y visibles.
- En ocasiones puede presentarse acné, espinillas o comedones en la piel.
Piel seca
Este tipo de piel, que a priori puede estar influenciada por otro tipo de factores externos, es aquella que presenta una mayor sequedad, tirantez o aspereza, y que necesita un cuidado especializado antes de provocar otro tipo de problemas o afecciones. ¿Quieres saber si este es tu tipo de piel?
- Textura con escamas o láminas.
- Tono de dermis apagada e irritada.
- Dermis envejecida y con tendencia a manchas.
- Los poros son casi inexistentes a simple vista.
- Sensación frecuente de picor.
Piel mixta
¿Crees que tu tipo de piel podría tener ambas características? Podrías estar ante una dermis mixta, en la que se mezclan texturas secas y grasas por el ancho del rostro. Este tipo de piel requiere de un tratamiento más cuidadoso, pues la dermis podría tender a uno de los extremos.
- La zona T (barbilla, nariz y frente) suele ser más grasa, mientras que el resto de la cara es más seca.
- La textura es mate, iluminándose en ocasiones las zonas mencionadas.
- Los poros de la piel se vuelven más visibles en la zona T, mientras que en el resto pasan más desapercibidos.
- Dermis propensa a granos y puntos negros.
¿Y qué hay de otros tipos de piel especiales?
Es posible que tu tipo de piel se encuentre en uno de los casos anteriores; sin embargo, en ocasiones la dermis puede sufrir una tendencia radical a uno de sus extremos, provocando daños e imperfecciones que deben ser cuidadas con tratamientos especiales.
Piel sensible
Las pieles sensibles son aquellas que reaccionan de forma anormal a factores externos, provocando irritaciones como calor, enrojecimiento o picor en la dermis. En ocasiones, esto se debe al contacto con ciertos productos o a las condiciones temporales, como el frío, que provoca mayor sequedad.
Dentro de este tipo de pieles y sus características, puedes encontrar la piel atópica. Se trata de una enfermedad cutánea cuyas consecuencias son la irritación y el picor de la dermis debido a factores que normalmente no la afectarían.
Piel con tendencia acneica
En el otro extremo podemos encontrar la piel con tendencia acneica, consecuencia de una producción intensa de sebo por parte de las glándulas sebáceas. Este tipo se caracteriza por sufrir brotes frecuentes en los que los poros de la dermis se obstruyen, provocando la tendencia al enrojecimiento, las espinillas y erupciones.
Ahora bien, ¿qué tipo de piel tengo?
El primer paso para identificar tu tipo de piel y sus cuidados es detectar las características ya mencionadas en tu día a día. Analiza la textura y el color de tu dermis, la generación de granitos o imperfecciones y su reacción ante estímulos externos como el frío o el uso de productos cosméticos diferentes.
Si ya tienes claro cuál es tu tipo de piel y quieres comenzar a cuidarla con los productos adecuados, el siguiente paso es dejarte asesorar por un profesional.
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