Un ejemplo simple es que producimos sudor ante un examen difícil, una entrevista laboral o una situación complicada. Nos sonrojamos al ver a la persona que nos gusta y palidecemos cuando tenemos miedo.
Más allá de estos ejemplos cotidianos, muchos casos de caída frecuente del cabello o de aparición de acné tienen en el estrés una causa identificada.
La importancia de la piel en la función psíquica tiene sus raíces en el rol trascendente del mismo como órgano de comunicación en la expresión de emociones, rol que asume desde los primeros momentos de la vida del individuo.
La piel es el órgano del “apego”, pues las experiencias físicas iniciales en el recién nacido son principalmente táctiles. Esas primeras experiencias de interacción con su madre (o persona sustituta), establecidas a través de la piel, son indispensables para lograr el adecuado desarrollo orgánico y psicoemocional del individuo (Cátedra de Dermatología, Universidad de la República, 2009).
Dado que la piel es la parte más accesible del cuerpo humano, no es raro que muchas personas expresen a través de la piel impulsos de naturaleza agresiva, ansiosa o autodestructiva, provocándose síntomas dermatológicos (por ejemplo, el trastorno de excoriación, la tricotilomanía, el cutting, y otros).
Por otro lado, personas con enfermedades dermatológicas que comprometen la autoimagen (acné severo, psoriasis) pueden sentirse deprimidas, avergonzadas o ansiosas como consecuencia de su enfermedad (Huang JG, 2007; Torales, 2014).
Por eso el cuidado de la piel también empieza por el cuidado de las emociones, que aunque a veces se escape de nuestro control, es posible a través de herramientas específicas trabajar estas emociones para que nuestra piel no sufra las consecuencias que anteriormente mencionábamos y que van desde una caída de pelo hasta reacciones epidermícas.
En Clínica Guinova entendemos el cuidado de la persona de una forma integral e integradora, nuestra salud mental muchas veces puede ser el reflejo de nuestra salud física.